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Estimular a la demanda a que demande. Lograr que la oferta ocupe un lugar de privilegio en la mente de los consumidores (“posicionamiento”). Ser el nexo entre consumidores y proveedores.
Conocer quiénes son nuestros potenciales compradores y obtener de ellos información real y fidedigna, respecto de sus hábitos de consumo, ubicación geográfica, medios de comunicación que atienden, situación sociográfica, psicográfica, entre otros, nos permitirá realizar la tan mencionada investigación de mercado, para en consecuencia “elegir” a qué público objetivo/target, apuntar (segmentación).
Agilizar los canales de publicidad, promoción, prensa, relaciones públicas y difusión para alcanzar así a los consumidores como corresponde y no gastar en lugar de invertir.
Definir el precio, los distintos elementos que lo componen, como así también las políticas de descuentos, beneficios y todo aquello que ha de generar ingresos y egresos de dinero.
Analizar la distribución de los productos en el mercado para dar con el consumidor, exactamente donde el mismo se mueve.
Desarrollar la fuerza de ventas para que sea asertiva en cada una de sus gestiones.
Detectar competidores reales de los potenciales.
Definir una marca, con su identidad visual e imagen corporativa que no sólo sea “impactante” y “creativa” sino absolutamente “vendedora”.
En la actualidad lograr verdaderas “experiencias” en los usuarios. Fomentar más que nunca el marketing relacional.
Y por supuesto, como no podía faltar, implementar todo lo dicho y mucho más en las redes sociales. El marketing digital en su máximo esplendor.
Todos estos puntos y otros tantos son los que atañen a una ciencia/técnica/arte, que tiene sus gurúes, fanáticos y detractores.
“El marketing genera en mí deseos, que de no existir, no desearía.” “El marketing despierta en mi necesidades sin las cuales, igualmente hubiera sido feliz.” “El marketing es una mentira”, confirman algunas personas. Pero estemos atentos a algo: ¿no son acaso los mismos anti-marketing aquellos que portan un celular con una manzanita en su carcasa? ¿ceban sus amargos preferidos con un termo verde que está muy de moda? ¿consumen café descafeinado de una cafetera que funciona con cápsulas? ¿no son aquellos que caminan las calles con un café de un conocido take away? ¿portan auriculares enormes o unos que directamente ya no tienen cable y cuelgan cual pendientes de sus orejas?
Qué es a lo que todos llaman “Marketing” preguntábamos al principio. Yo cambiaría la pregunta por otra: ¿qué, a esta altura, podemos: “no llamar Marketing”?
Autor: Damián Faccini, docente de Capacitarte.
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