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Inteligencia emocional: una guía para disentir con el jefe (sin perder el empleo)

Inteligencia emocional: una guía para disentir con el jefe (sin perder el empleo)
17/3 -Nota Destacada
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Gestión y Management
Según explica el diario La Nación, para algunos especialistas, en algunas oportunidades, tener razón puede terminar perjudicando a un empleado, por lo tanto se recomienda mantener la calma, evitar las discusiones en público y nunca llevar la disputa a un punto sin retorno.

En este tipo de situaciones tener un alto índice de inteligencia emocional (IE) es muy útil, más allá del índice de inteligencia general que se posea.

De hecho, la gente con índice de inteligencia general elevado, pero índice de inteligencia emocional bajo, puede ser más proclive a molestar a sus jefes, concentrándose demasiado en el aspecto lógico de una discusión, ignorando las dimensiones sociales y emocionales.

De hecho, el modo más efectivo de plantear un desacuerdo con su supervisor debería basarse en la inteligencia emocional en vez de una dimensión intelectual.

No es sorprendente que los estudios indiquen que por lo general es más ameno tratar con los empleados con mayor inteligencia emocional, lo que explica que sean promovidos más asiduamente que los que no la tienen.

En un mundo en el que aún se basan muchas decisiones en un solo factor subjetivo de acuerdo a la visión de un supervisor directo, el caer bien a veces pesa más que la capacidad y la ética laboral del empleado que está peleando por un ascenso.

Sin embargo, si la única opción es enfrentarse a su jefe, es fundamental hacerlo en privado, especialmente si se considera que uno va a ganar la discusión.

Las personas con alta inteligencia emocional por lo general son más capaces de evitar desacuerdos. De hecho, ser agradable es una faceta fundamental de la inteligencia emocional, por lo que la gente que se ubica en un punto más elevado de esa escala tiende a ser más diplomática, sensible socialmente y adversa a los conflictos, aunque ello requiera un cierto grado de falsedad.
Esta es probablemente la lección más importante y fue bien comprendida por Dale Carnegie (un famoso escritor estadounidense de libros de autoayuda), que señaló que la única manera de ganar una discusión es evitarla. "Si usted pierde, pierde -escribió- y si gana, pierde". ¿Por qué tenía razón? Porque al ganar una discusión a menudo significa que está irritando a la persona a la que derrotó.

En general, la gente de alta inteligencia emocional suele ser gente más tranquila, flemática y amable, por lo que su tolerancia a la provocación -incluyendo la mala conducción- es más elevada.

Si se quiere desarrollar estas características, es necesario identificar las situaciones que desatan su stress e inhibir sus reacciones espontáneas lo más posible.

Por ejemplo cuando mira su correo al despertar o antes de irse a dormir, puede ser tentador responder a ese pedido molesto de su jefe de inmediato. Pero lo mejor que puede hacer es ignorarlo, y dejar pasar unas horas. O si su jefe dice algo que lo irrita en una reunión, es mejor pretender que no sucedió, especialmente si está en compañía de otra gente.

Si eso no funciona, a continuación se describen cuatro sugerencias que pueden funcionar.

1 – Concentrarse en el estilo antes que en la sustancia. En cualquier conversación y particularmente cuando hay un desacuerdo, el estilo importa mucho más que la sustancia. Usted puede creer que su contenido es clave, pero realmente se trata de como lo transmite. La gente con inteligencia emocional es capaz de expresar una diferencia de opinión de un modo calmo y compuesto, no importa de qué se trate.

Una posibilidad es comenzar alineándose con su jefe en torno a otros puntos y luego suavemente introducir la cuestión en debate. La sutileza en este aspecto es fundamental. Como sea, este enfoque ayuda a testear las aguas y evaluar si es buen momento para presentar su propio punto de vista, o es mejor optar por una espera.

2 – Mantener la humildad. En general es preferible tratar con gente humilde y esto es particularmente válido cuando se está en medio de una discusión.
La gente emotivamente inteligente es capaz de presentar su opinión de un modo modesto, ubicándose en un plan inferior. Al hacerlo dejan en claro que no tratan de faltar el respeto o cuestionar a su jefe, sólo transmiten una preocupación personal.

Por esta razón, es bueno practicar frases que muestran respeto sin caer en la obsecuencia: "Puede ser que me equivoque, pero." o "Perdone que plantee esta cuestión, pero." El objetivo es ser amable, sonar genuinamente considerado y dejar en claro que no presenta su preocupación como una crítica personal.

3 – Nunca discuta en público. La gente con alta inteligencia emocional evita tener desacuerdos importantes con sus jefes delante de terceros. Salvar las apariencias es importante, no importa lo que suceda. Si es necesario aclarar algo, debe hacerse en privado, especialmente si es probable que se gane la discusión.
La gente emocionalmente inteligente advierte cuando se llega al límite de la persuasión y evita que la discusión entre en escalada.
Son pocas las cosas que desmoralizan más a un jefe que el hecho de que su autoridad sea cuestionada delante de sus subordinados. Del mismo modo, una discusión en persona o telefónica es por lo general preferible a una discusión por correo electrónico, dado que los mensajes en las computadoras nunca desaparecen, pueden ser vistos por cualquiera, por otro lado, muchos escritos pueden malinterpretarse. Recordemos que la comunicación no sólo tiene que ver con palabras, sino también con gestos, tonos, posiciones corporales, etc.

Aunque su jefe prefiera comunicarse vía correo -y aunque usted también- es importante maximizar la privacidad cuando se plantea una cuestión sensible.

4 – Estar dispuesto a admitir la derrota aunque se tenga razón.
Si la mejor manera de ganar una discusión es evitarla, la segunda es pretender perderla, de hecho es básicamente lo mismo.
Lo importante es reconocer cuando una conversación en particular ya no es la mejor manera de lograr lo que se quiere.
Por lo que si su jefe parece inmune a sus argumentos, lo mejor que puede hacer es pretender que está de acuerdo, y luego considerar algunas alternativas más productivas para que se entienda lo que le preocupa.

Lo malo aquí es que su incapacidad para persuadir a su jefe puede llevar a una mala decisión que esperaba evitar, pero al menos queda el consuelo de haberlo intentado.

Por lo general es bueno aparecer como que le importa más su jefe que lo específico de la discusión. Es como tener un desacuerdo con alguien que lo entrevista para un empleo: usted quiere mostrar lo que piensa pero lo que busca realmente es mostrar lo mucho que puede hacer como parte del equipo.

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