Introducir un nuevo producto al mercado implica un análisis profundo de las necesidades de los consumidores para desarrollar ideas que resuelvan sus problemas. Descubrir las diferencias entre Design Thinking y Design Sprint es crucial para el análisis y desarrollo de productos innovadores centrados en el usuario.
La importancia de conocer las necesidades del consumidor
Cualquier empresa o persona que busca desarrollar un producto nuevo para introducir en el mercado debería preguntarse: ¿cuáles son las necesidades del consumidor?
Puede tratarse de un producto físico o digital, pero en cualquier caso, si el producto no resuelve una necesidad concreta de los consumidores, será muy difícil posicionarse en un mercado tan competitivo como el actual.
Por lo tanto, si buscamos generar ideas innovadoras centradas en el diseño para el usuario, será necesario valerse de distintas herramientas que nos permitan conocer a los consumidores y determinar los problemas que queremos solucionar.
Así es como surgen los conceptos de Design Thinking y Design Sprint, dos metodologías ágiles ampliamente utilizadas en el mundo del diseño UX para encontrar soluciones a los problemas de los usuarios y desarrollar productos de valor.
¿Qué es el Design Thinking?
El Design Thinking es una metodología ágil que se caracteriza por poner su foco en el usuario, proponiendo soluciones fáciles y rápidas a las necesidades que tienen los clientes.
A través de esta metodología se busca encontrar cuál es el problema que tienen los consumidores para pensar la mayor cantidad de soluciones posibles, hasta llegar a aquella que sea viable para ofrecerle un producto de calidad al usuario.
Una de las características principales del Design Thinking es el trabajo colaborativo y multidisciplinario. Por lo tanto, para llevar a cabo este proceso será necesario armar un grupo de trabajo que, dentro de las posibilidades, incluya a personas formadas en distintas áreas, de manera que las propuestas sean mucho más ricas e innovadoras.
Por eso, es frecuente que, dentro de los grupos de trabajo formados para llevar adelante el proceso de Design Thinking, participen personas formadas en distintos ámbitos, como el diseño, el periodismo, la psicología y la sociología, entre muchas otras disciplinas.
Es que, dentro de la diversidad, será mucho más fácil encontrar soluciones que se adapten con mayor precisión a las necesidades de nuestros clientes.
Las 5 etapas del Design Thinking
Para llevar adelante el proceso de Design Thinking se deberán atravesar las 5 etapas que requiere esta metodología.
Estas etapas son:
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Empatizar: implica conocer en profundidad a nuestros usuarios, tomando en consideración no sólo los datos duros (como la edad o el lugar de residencia), sino también sus experiencias de vida y su entorno, para comprender en profundidad cuáles son sus necesidades, sus problemas y sus deseos.
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Definir: es la etapa en la que, con toda la información recabada en la etapa de empatización, podremos comenzar a definir cuáles son los problemas y necesidades que buscamos satisfacer con nuestro producto.
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Idear: una vez definidos los problemas de los usuarios, será momento de empezar a pensar en todas aquellas posibles soluciones a esos problemas.
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Prototipar: implica armar un boceto de nuestro producto para validar nuestras hipótesis. Es decir, una vez que hayamos determinado de qué manera vamos a solucionar los problemas de nuestros usuarios, será necesario desarrollar un esquema de nuestro producto que sea tangible, de manera que podamos verificar si realmente cumple con la función deseada, o no.
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Etapa de testeo: es necesario tomar aquel prototipo desarrollado en la etapa anterior para presentarlo a los usuarios y que lo prueben, para determinar si cumple con el objetivo, detectar cualquier falla que pudiera llegar a presentar y, en caso de que sea necesario, hallar soluciones a cualquier problema que pudiéramos haber encontrado.
De esta manera, una vez finalizadas todas estas etapas, estaremos en condiciones de desarrollar el producto final que lanzaremos al mercado.
Sin embargo, es importante destacar que, por tratarse de una metodología ágil, se podrán realizar tantas iteraciones como sean necesarias, ya sea una vez concluidas todas las etapas, así como durante cualquier instancia del proceso.
¿Qué es el Design Sprint?
El Design Sprint también es una metodología ágil que busca encontrar soluciones a las necesidades de los clientes.
Esta metodología, desarrollada por Google en el año 2010, plantea ser más planificada, lo que nos permite establecer plazos y fechas basados en las ideas del Design Thinking. A diferencia del Design Thinking, los procesos pueden extenderse en el tiempo, ya que este método no establece plazos concretos. En cambio, el Design Sprint se enfoca en una organización donde cada una de las etapas se debe realizar en un período de tiempo determinado, evitando así que los proyectos sean tan extensos.
Las etapas del Design Sprint y su organización
Al igual que en el caso del Design Thinking, el Design Sprint también consta de 5 etapas, que son:
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Entender
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Idear
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Decidir
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Prototipar
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Testear
Los conceptos de cada una de estas etapas son muy similares a los del Design Thinking, pero varía en su forma de organización.
Una manera frecuente de organizar este proceso es estableciendo días para cada una de las etapas. Así, una forma de llevar a cabo este proceso es la siguiente:
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Lunes: entender
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Martes: idear
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Miércoles: decidir
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Jueves: prototipar
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Viernes: testear
De esta forma, en una semana podría verse concluido el proceso de detección de necesidades, búsqueda de soluciones, elección de la mejor solución, diseño del prototipo y testeo. Es por ese motivo que se habla de un proceso mucho más organizado y ágil que el del Design Thinking.
Ahora bien, el Design Sprint también es una metodología ágil, por lo que existe la posibilidad de realizar tantas iteraciones como sean necesarias. De cualquier manera, lo que busca esta técnica es llegar lo más rápido posible a la fase de prueba, de manera que podamos detectar rápidamente si nuestro producto realmente cumple con nuestras expectativas y las necesidades de los clientes.
En resumen, utilizando cualquiera de estos dos procesos, lo más importante es entender que se trata de metodologías en las que el centro es el usuario. Por lo que todo nuestro proyecto deberá estar orientado a entender qué necesita y qué podemos ofrecerle para satisfacer esa necesidad, de manera que podamos desarrollar un producto que sea de valor para nuestros consumidores.
Duración: 10 hs. 
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