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Qué es el lobby
Se denomina lobby a aquella actividad a través de la cual representantes de intereses particulares argumentan a su favor, frente a los tomadores de decisión.
También se lo define como una actividad comunicacional cuyo objetivo es generar una participación y una integración eficaz entre el bien común y los intereses propios de las organizaciones, ya sea empresariales, no gubernamentales, del gobierno y profesionales, en los distintos procesos que tienden a la formulación de las políticas públicas.
El lobby es ejercido por los llamados lobbistas o cabilderos. Es decir, aquellas personas que buscan influir o convencer a miembros claves de una organización para que apoyen una medida, legislación, causa o decisión favorable a los intereses del sector social al que representan. Precisamente por la actividad que desempeñan, resulta fundamental que los cabilderos posean un conocimiento profundo y capacidad de análisis de legislaciones vigentes y de aquellas que están en debate hoy en día; entendiendo cuáles son las necesarias para llevar adelante su objetivo.
Regulación del lobby
La regulación del lobby se ha justificado, primordialmente, en la necesidad de que se conozcan los encuentros que determinados funcionarios públicos mantienen con ciertas personas, cuando éstas representan un determinado interés. Sobre este punto, hay que tener cuidado, porque la línea que separa al lobby del tráfico de influencias, es tan delgada que con frecuencia se mezclan demasiado. A cuenta de ello, y para tratar de separar ambos conceptos, en la actualidad se está comenzando a reemplazar la palabra lobby por la de advocacy, que significa incidencia.
Y aquí vale la pena detenerse unos instantes para diferenciar dos conceptos que suelen confundirse. Cuando se habla de la actividad de los lobbistas, al menos en la teoría, no se hace alusión a los grupos de interés. Esto ocurre porque quien realiza un proceso de lobby es un tercero profesional que gestiona el interés de un grupo frente al funcionario o legislador.
La acepción lobby proviene del siglo XIX y se refería a lo que ocurría en los pasillos de la Cámara de los Comunes británica, en donde individuos y activistas podían reunirse y conversar con los miembros del Parlamento a efectos de comunicar sus intereses. Siglos más tarde, el lobby o cabildeo sigue siendo una actividad legítima que permite enriquecer el debate público en el Congreso.
Sin embargo, sin una adecuada regulación, el lobby aumenta las oportunidades de que se cometan actos de corrupción en el Poder Legislativo, por parte de grupos económicos poderosos que buscan incidir en la sanción de nuevas leyes, que pueden ir en detrimento del libre funcionamiento del mercado y la competencia leal entre empresas privadas.
Con relación a la regulación del lobby en nuestro país, el artículo 14 de la Constitución Nacional plasmó el derecho a peticionar ante las autoridades como la herramienta óptima para la articulación entre las esferas pública y privada.
El lobbying
El lobbying es una actividad que hace alusión a la capacidad para alcanzar un cambio específico en un programa o proyecto gubernamental, o bien influir en un actor con poder de decisión. En este sentido, el lobbying se trata de un “proceso en el cual se fortalece la sociedad civil mediante la promoción de su participación, organizada y planificada, para incidir en el ámbito de lo público, en el pleno uso de sus derechos humanos y constitucionales”.
Estrategias de lobbying
El lobbying, a su vez, implica poder participar de manera directa y efectiva en el diseño, la ejecución, el monitoreo y la evaluación de los programas gubernamentales, como también del impulso de leyes y de reglamentos. Por eso, existen diversas estrategias para cumplir con este cometido.
Dentro de las estrategias primarias de lobbying, se encuentra el análisis de los intereses, motivaciones y posiciones de los actores identificados; y la definición de argumentos y formas de presión. De hecho, entre algunas de las actividades más recurrentes que se emplean en esta estrategia son:
Sobre la estrategia de argumentos y formas de presión, se recomienda utilizar, primero, acciones persuasivas, al igual que en la campaña electoral, sobre todo si partimos de la base de que el objetivo primordial durante la campaña de cabildeo es convencer a los que tienen el poder de decisión; ya que, si se pasa rápidamente a la confrontación y a la denuncia pública, se puede ocasionar rigidez en la posición del blanco, es decir, el actor principal; con lo cual, el objetivo se verá seriamente obstaculizado.
La tercera de estas estrategias apunta a “convencer, motivar y neutralizar a los actores con poder de decisión”. ¿Cómo se hace y quiénes son estos actores? Uno de los principales actores es el “blanco”, es decir, el actor principal. Para convencerlo hay que definir las siguientes cuestiones:
Otros de los actores con poder de decisión resultan ser los indecisos. Para convencerlos, la estrategia dice que hay que identificar los siguientes puntos:
Por otro lado, pueden presentarse aliados a la propuesta. Para motivarlos es necesario puntualizar en lo siguiente:
Bien, también puede ser que surjan oponentes a la propuesta. Por ello, para convencerlos o neutralizarlos, al igual que ocurre en una campaña electoral, la estrategia del lobby o cabildeo determina algunas acciones. Ellas son:
A su vez, en caso de que la campaña de cabildeo incluya una estrategia de prensa, es necesario que considere lo siguientes términos:
Otros aspectos que hay que tomar en cuenta sobre la campaña de lobby o cabildeo son:
Las estrategias de lobbying resultan ser muy similares a las de las campañas políticas, ya que, después de todo, el objetivo es el mismo: convencer a alguien que haga lo que uno desea. La diferencia entre ambas es quién las lleva adelante y hacia quienes van dirigidas.
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